Prosas no tan profanas: Arun Kolatkar


En esta nueva entrada, después de un pequeño descanso, Subhro Bandopadhyay nos habla de la poesía contemporánea en lengua marathi, y de muchas cosas más. Continúa su serie 'Prosas no tan profanas'.


¿Qué significa un viaje? ¿La experiencia, adónde nos lleva?  Fuera de las preguntas retóricas como éstas, sabemos que la metáfora del viaje ya está muy gastada. Pero a pesar de eso sigue siendo bastante llamativa. En los viajes a veces a llegamos a unas paradas importantes, y Jejuri es una de las más importantes de la vida y la poética del poeta Arun Kolatkar (1932-2004), uno de los maestros de la literatura india que escribía en marathi y en inglés.

¿Qué hay en Jejuri? Si se busca por internet se encontrará que es un municipio dentro de la provincia de Pune en el estado de Maharshtra. Es famoso por el  templo de Khandoba (un avatar de Shiva). Pero aquí en el viaje de Arun Kolatkar Jejuri es una parada fundamental que no sólo es el templo ni es el lugar, sino es la amalgama de belleza absoluta con todo lo indio.

El poemario, escrito en inglés, abre como se abre cualquier viaje, el primer poema se titula 'El autobús' y ese autobús no lleva hasta el lugar. Los poemas de este libro se conectan como las escenas de una película, al quitar un poema de descompone el poemario. Como cualquier pieza clásica a veces vuelve una nota esquelética, al que vuelve el poemario, y después sigue avanzando por la geografía mitológica y la mitología histórica, abriendo senderos nuevos para lector con un lenguaje casi desnudo. Por ejemplo:

El umbral

No es ningún umbral.
Es una columna a su lado.

Sí.
Es lo que hay. 






Como decía, hay una base a la que vuelve el poemario y esa base se llama 'Chaitanya'. Es un sustantivo del sánscrito que significa conciencia, y se puede utilizar como nombre de las personas también, aquí se ha jugado entre los usos del significado utilizando minúscula en todos los casos.

Chaitanya

sal de ahí
dijo chaitanya a una piedra
en una lengua de piedra

borra la pintura roja de tu cara
no creo que el rojo te quede bien
quiero decir qué más te da
ser una piedra sencilla
te traeré flores igual
ya sé que te gustan las caléndulas
no me digas que no
a mí también me gustan



El libro termina con un poema extenso (dividido en 6 partes) que se titula 'La estación del tren' y que termina en una escena magnífica de un atardecer.





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